martes, octubre 09, 2007

Si ya me lees es algo.....Trinquete

el tema del Maletín Literario está dando bastante que hablar estos últimos dias en Chile. Mi razón de ponerlo acá hoy no es para comentar sobre él, sino para incluir unas notas de Trinquete (me imagino que ya sabrán quién es...) que me hizo llegar dias pasados.
Cómo él se refiere a lo escrito por Cristían Warnken, voy a incluir además un trozo del poema "Libros", de Herman Hesse con el cual él empieza, y que me gustó mucho:

"Ninguno de los libros de este mundo/ te aportará felicidad,/ pero secretamente te devuelven/ a ti mismo./ Allí está todo lo que necesitas,/ sol y luna y estrellas,/ pues la luz que reclamas/ habita en tu interior./ Ese saber que tanto buscaste/ en bibliotecas, resplandece/ desde todas las páginas,/ puesto que es tuyo ahora".

Si ya me lees ya es algo


Estos últimos días he decidido salir de mi casa hacia la oficina con mi libro de lectura de turno en la mochila. Considerando que estoy leyendo "Vivir para Contarla" de García Márquez, que no es un libro muy chico que digamos, y considerando que hoy en día en Santiago de Chile no es fácil leer cualquier libro –mucho menos un periódico- dentro del Transantiago o metro, donde en las horas peek apenas hay espacio personal para respirar; la decisión no es poca cosa.

Pero ahí voy en el metro, esperando que se vacíe un poco mi vagón en el trayecto hacia la oficina para poder sacar el libro de la mochila y disfrutar de la lectura de unas pocas páginas. Cuando logro sacar el libro, poco falta para que todos en el tren se queden en silencio sepulcral. He sacado como conclusión que no es el tamaño del libro lo que les sorprende a mis compañeros de viaje, sino el solo hecho de leer.

Leyendo la editorial de esta semana en El Mercurio de Cristián Warnken, "Donde el azar te lleve", compruebo que habla justamente de eso, de la falta de lectura que existe en este país. Escribe Warnken: "… es estéril la discusión sobre la "lista" entregada el lunes por la comisión encargada de conformar el Maletín Literario. La lista da lo mismo. No es regalando libros a destajo como se soluciona nuestro subdesarrollo en un tema tan crucial como lo es el fomento a la lectura".

Lo que sí asombra ver es la cantidad de gente que va a todas partes con su mp3, mp4 u otro aparato escuchando música. Los libros han dado paso a estos reproductores de música (que probablemente ya sean más barato que los libros), que le dan el soundtrack a tu viaje o a tu día. No hay nada de malo en ello, yo mismo soy dueño de un mp3 que utilizo de vez en cuando en mi hora de viaje hacia y de vuelta del trabajo, y es asombroso lo que cambia tu entorno cuando lo musicalizas y le pones un ritmo Rock, Pop, Metal, Soul, Clásico, Jazz, Blues… Pero lo alterno ahora con mi libro, porque echaba de menos la lectura durante el viaje.

Y siento que cada vez la gente está perdiendo más el hábito de lectura en Chile. Chile, un país al que desde fuera y en su momento se le veía como un país de poetas, de grandes firmas literarias. Pero hemos ido perdiendo esa fama con el pasar del tiempo, y ya tenemos otra popularidad a nivel mundial o continental, como ser los más alcohólicos, por ser poco amigables o por tener más fotologs por habitante… por nombrar algunos de los récords que han llegado a mis oídos.

Mis padres siempre cuentan que el verano en que ellos se conocieron, mi padre estaba leyendo Los Hermanos Karamazov, de Dostoievsky. Cuando yo conocí a mi señora en Madrid, yo estaba inserto en la descriptiva y monumental obra bolañezca, 2666
Recuerdo la expresión de la gente cuando sacaba en el metro de Madrid ese descomunal libro. Los adultos me miraban de reojo y los niños me apuntaban con el dedo mientras sus ojos se abrían como platos. Y era cómico ver cómo me observaban, no porque estuviera leyendo (nunca me había tocado ver tanta gente leer mientras utilizaba el transporte público hasta que llegué a la capital española), sino por lo colosal del libro.

Nunca olvidaré que uno de esos días, un viejito jorobado con el que me topaba de vez en cuando en las estaciones de metro mientras esperábamos que el tren hiciera su entrada al andén y al que yo creía un alma en pena, decidió sentarse a mi lado mientras leía la novela de Bolaño. El señor era de esos viejitos tiernos de barbas blancas y sombrero antiguo. Siempre llevaba puesto un traje dos tallas muy grande que daba la impresión que flotaba por el andén del metro mientras iba de un extremo al otro buscando diarios tirados a la basura. Los buscaba con el sólo propósito de completar los Puzzle de Letras y pegarles calcomanías que siempre andaba trayendo. Cuando se sentó a mi lado y me preguntó qué estaba leyendo, me convencí que era un hombre de carne y hueso, y no un espíritu como siempre había pensado.

Aquel día, el pequeño e insignificante acto de leer un libro que llamaba la atención por su grosor, desencadenó una conversación placentera con un completo desconocido. Y como esa, tengo muchísimas historias de personas que conocí fugazmente por estar leyendo un libro en algún lugar público. Recuerdo ciertos momentos de mi vida cuando alguien menciona un libro que yo ya he leído en el pasado, o mis padres se acuerdan de Dostoievsky cuando se les pregunta cómo se conocieron, pero eso ya no le pasa a las nuevas generaciones. A algunas personas todavía, pero cada vez a menos.

Como Warnken, yo también espero estar equivocado en mis afirmaciones y que esto del Maletín Literario funcione y sirva de algo. Ya es hora de que retomemos ese perdido hábito de lectura. Que lo inculquemos en las generaciones venideras, y volvamos a vivir en un país que se toma el tiempo de leer, de producir literatura o material de lectura, y de hacerla llegar a la gente de manera asequible a todos; para así enriquecernos como país y a nivel personal.

Trinquete.

Stgo. 051007

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